lunes, 28 de diciembre de 2009

EL RECUERDO VUELVE CONTIGO (A J......)



He entrado en el Messenger como te prometí, he visto que estabas desconectada pero a cambio he podido ver una imagen que no se me va de la memoria.

La tengo marcada a fuego, por muchos años que dure, nunca olvidaré el momento en que te conocí, nuestro primer beso, y como introduje mi mano por debajo de tu blusa azul y alcancé a tocar esos dos montes de placer... jamás se me olvidará como los tocaba, como un niño toca sus juguetes de la noche de reyes, como presumías de cómo te flotaban en el jacuzzi, como te subías encima y veía ese balanceo...

Aún pienso que todo fue un sueño o quizás mejor que fuimos actores de un cuento, como el que tú te inventaste cuando estábamos en tu cama y yo te poseía por detrás y sujetaba el balanceo de tus pechos hasta que echaste a reír... Esa risa, cuanto añoro esa risa, cierro los ojos y te veo riendo, moviendo la mano y mordiéndote con suavidad tu dedo, cuantos recuerdos.

Muchas gracias... Gracias por esos momentos que me regalaste, por hacerme subir a la gloria y por enseñarme que la imaginación es el mayor afrodisíaco, pero gracias a ti, no tengo que imaginarme nada, solo cerrar los ojos y recordar, recordar, recordar.

Soy consciente que jamás volveré a tener tu cuerpo entre mis manos, a tocarte los pechos, acariciarte el pelo, a comerte a mordisquitos los pezones, a tenerte encima, ni debajo, pero déjame soñar... Solo te pido un favor, que no tienes por qué concederme, solo te pido verte de vez en cuando, charlar, tomar un café, poderte desear lo mejor y darte dos besos como buenos amigos. Se que quizás soy egoísta y pido mucho, sé que mi cabeza siempre manda sobre el corazón y sé que es mi cabeza la que lucha contra él y de haber ganado siempre no estaría escribiéndote.

Te deseo lo mejor para ti y que el año que viene seamos un poco más ricos, porque alguien dijo que la riqueza del hombre se mide por sus amigos, así que quiero darte las gracias por ser parte de mi fortuna. Besos tu amigo .......






He leído varias veces tu correo. Me hacía falta hoy algo así, así que te lo agradezco y espero que no sea una inocentada. De todo lo que tú me dices... yo más.

Hubiera firmado un pacto con el diablo cuando te conocí, para haber perdido unos años hasta llegar a tu edad y ser, la chica que yo pensé te merecías. Luego, me di cuenta que de haber tenido tu edad no me habrías hecho ni caso, muy probablemente.

Tú sí que eras el sueño que cualquier mujer pueda desear, yo tampoco he olvidado absolutamente nada de nuestros encuentros, era yo la envidiada y no tú. Eras como un ángel, con esos cabellos rubios, esos labios carnosos que sabían llenarme de tanta pasión que jamás he podido olvidar y que he buscado en otros labios... esa manera de amar, de acariciar, de hacerme sentir deseada hasta el último momento.

Y me halaga, que hoy pasados varios años aún me escribas, cuando puedes tener a la mujer que se te antoje, yo sé que a tu paso, volverán la cabeza, te observarán como yo lo hacía, pensando que no eras más que el producto de mi imaginación. Era yo quien tenía que agradecer que llegaras a mi vida, de alguna manera me diste la seguridad y la felicidad que necesitaba... pero era imposible no enamorarse de ti, resistirse a tu encanto y no pensarte a todas horas, llegaste a ser una amarga tortura.

No pude evitar amarte, no pude, pese a tu juventud te mostrabas tan maduro, lo tenías todo y me lo diste a mí en aquellos encuentros nocturnos y fugaces, eso fue el mejor regalo y el peor veneno. Tardé en tenerte distante de mi corazón pero nunca de mi memoria, jamás. De igual manera, siempre fui consciente que era algo imposible, no sólo te amé, también te quería y por ello no habría intentado llegar más lejos de lo que llegamos.

Amantes, amantes que vivieron algo hermoso, puntual, gratificante. Y créeme que si hay hombres que recuerdo, estás entre ellos, seguramente entre los primeros. Porque me diste algo que yo ya no podía tener, tu juventud, la tersura de tu piel, tu vigor, la pasión que no sabe esperar, que no piensa... el brío juvenil.

Así que la deuda es mía y no tuya... es mía y hasta el fin de mis días.


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