viernes, 30 de julio de 2010

LA SEGUNDA BALA ME ALCANZÓ







La segunda bala me alcanzó,
he tardado en saberlo.












Nunca arriesgué en el tablero
ocasional de mi dormitorio,
a diario vacío, soy su única durmiente,
peones, alfiles, algunas torres,
algún rey, llevé a mi tálamo secreto,
siempre supe con quien jugaba y
emprendía la batalla nocturna,
donde los suspiros se confunden,
se alían con el calor de las sabanas,
se intercambian en la danza los fluidos,
y las soledades, aun solas, se unifican.


Pero jugué tres veces a la ruleta rusa,
hay quien juega a diario, inconsciente,
y a menudo sin conciencia, muchos más;
tres jugadas, fueron casi consecutivas
en las que confié al azar mi ser por entero,
una vez, que el deseo contenido pudo
más que mi cotidiana prudencia,
dos... Medio engañada, ilusa,
mejor, a medias me dejé engañar,
tres... Ya tenía el miedo en el cuerpo,
la mejor batalla de sexo que he vivido,
donde la muerte del clímax te hunde
y la vida resucitada te alza, se alternaron
para darme todo, saciar mi ávida carne
y mi alma desarmada... Y después el olvido.


Balas de blanco roto, redentoras,
llenas de millones de vidas por venir,
la segunda bala me alcanzó de pleno,
la existencia se torna incierta,
no sé cómo acabará esto.






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miércoles, 28 de julio de 2010

QUIERO...

Quiero…


Un corazón que lleve en su latido sereno,
la fuerza inagotable, suficiente para amar,
la intención de construir algo hermoso,
aquí, sobre las ruinas de otros amores,
alguien que llegue a mí con la calma y el sosiego,
de quien ya sabe lo que es el dolor recibido,
infligido por seres ingratos que nos asaltan
cuando somos perros desvalidos en la soledad.


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Que alcance mi morada que se debate
entre claroscuros y azares sin invadirme,
y si se tiene que ir… que lo haga sin vaciarme,
que no saquee la poca fe que me queda,
que no lacere gratuitamente mis sentimientos,
si tiene que partir, que no sea huyendo como
un ladrón de sueños, con nocturnidad y alevosía,
que deje sellado su adiós infinito,
para siempre, en mis labios resignados.



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sábado, 24 de julio de 2010

UNA PERRITA EN MI VIDA (A LAYKA)

MI PEQUEÑO HOMENAJE A LOS ANIMALES, QUE SON EL MEJOR EJEMPLO DE HUMANIDAD.








En los recuerdos de mi niñez, los animales son como pequeñas estrellas que aún conservan su brillo y me transportan, hasta aquellos ratos felices en los que interactuaba con mis perros, tuvimos unos cuantos, ya que mi padre era un grandísimo aficionado a la caza, algo que yo detestaba. Las codornices, los perdigones que él tenía para usar de reclamo, uno de ellos, concretamente lo que hice a uno, con la inocencia que se tiene de niño, aún me martiriza. Quise dormir con él y al amanecer… Permanecía a mi lado, inerte y frio, ya que durante la noche, en el trance del sueño debí asfixiarlo.

Con frecuencia recuerdo a Corneta, un perro que quienes pudieron observar su inteligencia y comportamiento, decían que sólo le faltaba leer. Era un perro de talla mediana, descendiente de una setter preciosa y un perdiguero, con un pelo negro azabache y un mechón blanco en el pecho. Era el sobrero de la camada y se salvó in extremis de ser sacrificado, ya que mi padre se apenó de él y decidió quedárselo. Fue el mejor de los cinco hermanos, para la caza, para la casa, para la vecindad… Siempre recuerdo y me emociono pese a los años pasados, el día que murió, no llegó a los trece años, enfermo de pulmón y reuma, ya que mi progenitor había cazado mucho con él en los ríos, era un perro que se adaptaba a cualquier terreno, con un olfato increíble; en una ocasión salvó a mi padre del envite de un jabalí, al cruzarse ladrando en el camino del puerco que le había encarado en un paraje de difícil salida, dio tiempo a su dueño a disparar y hacerse con la mayor pieza de su vida.

Aquella madrugada del diecinueve de octubre de 1979, entre sueños creí verle al lado de mi cama, poniendo una de sus patas sobre ella… Al levantarnos, mi padre nos dijo a mi hermano y a mí, que Corneta había fallecido y que ya lo había enterrado en el campo. Aún hoy que han pasado tantos años no encuentro consuelo para el dolor que me produjo su pérdida, en efecto, no fue un sueño, visitó mi dormitorio, así como el de mi hermano y el de mis padres, nuestra conclusión es que quiso despedirse de todos antes de morir, mi padre al sentir su presencia, le riñó y le mandó a su cama, sin percibir que sería la última vez que le viera con vida; en la colcha de la cama de mi hermano había un mechón de su pelo, que se le caía a consecuencia de su senectud.

Corneta era mi consuelo, sus vivos ojos eran las palabras de su silencio, cuando me sentía mal, aquella época de pre adolescente que recuerdo dura, de constantes enfrentamientos con mi padre y mi madre, me dejaba caer en el suelo, sentada con las piernas recogidas, gimiendo discretamente o llorando hasta la mayor congoja… Él se acercaba, se sentaba frente a mí y alzaba su pata para posarla en mi rodilla, repetía el gesto esperando que yo alzara la cabeza y le miraba, su mirada era tan feliz, me transmitía tanta calma como esperanza, me es difícil explicar cuanto afecto me daba mi perro en los malos momentos.

Han pasado los años y por diversas cuestiones no he vuelto a tener una mascota, falta de tiempo para atenderlo, de espacio en mi casa, no querer aceptar la responsabilidad que supone tener un animal.

Pero siempre tuve la asignatura pendiente de volver a tener un perro, mientras, he atendido los hámsters de mis hijos, los pececitos… Hace casi un par de meses que decidí que había llegado el momento de hacer realidad mi deseo, por una acuciante necesidad afectiva, que no me sacian los humanos, era la petición constante de mis hijos, como premio a sus buenas notas de fin de curso; pero ha pesado más mi necesidad anímica que su capricho pasajero, porque pasados los primeros días, se han ido olvidando de sus promesas, que se ocuparían de él… Le sacarían a la calle…

Por un anuncio en una web, di con una perrita que encajaba en el perfil del perro que buscaba, hasta tal punto que fue aún mejor al verla, era exactamente la raza que buscaba, chiquita, cariñosa y educada tan correctamente que estoy muy sorprendida, tiene tres años aunque parece un cachorro, su pelo largo de varios tonos, canela, vainilla, negro el rabo… Es preciosa, eso es innegable, elegante, bonita, expresiva, lista… No puedo dejar de recordar con su comportamiento a mi querido Corneta. No quería un perro de las razas que están de moda, bueno sí, buscaba uno de muy parecidas características físicas, volpino italiano, pero me ha sido imposible hacerme con uno, pero Layka ha hecho que me olvide de ello, ya es para nosotros el centro de nuestras vidas, lo más importante.

A mí me da una estabilidad emocional que había perdido, el cariño que no consigo de mis congéneres, la alegría que estaba perdiendo, la ilusión que había hecho ya las maletas y amenazaba con dejarme para siempre. Está claro que Layka no puede suplir muchas de las carencias que me faltan y tanto me afectan, pero me ha traído otras que igualmente necesito y me satisfacen.

Salimos juntas de paseo, no lleva bien estar sola, siempre está a mi vera, por las noches, duerme a los pies de mi cama. Entiendo ahora mucho mejor que las personas que tienen mascotas, las adoren, que se sientan anímicamente mejor, que no se sientan solas, los animales de compañía lo dan todo y no piden nada, su nobleza es infinita.






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domingo, 18 de julio de 2010

JINETES DESPIADADOS




Los hombres, seres que albergan

la capacidad de ser despiadados,

crueles jinetes que viajan incansables

a lomos del amor, la lujuria, el deseo,

atravesando veloces el corazón de mujer,

visitan incesantes, mis carnes agotadas,

relevándose sin tregua y alcanzan

mi espíritu, arrancando la ilusión,

asestan, con golpe certero, terrible,

sin vacilar, la puñalada del silencio,

antes de emprender la huida,

me desangro mientras llega el olvido.




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sábado, 17 de julio de 2010

EL SELLO DE UNA CARTA (A E.)



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Me gustaría decirte que te olvidé,
que tu recuerdo al fin se marchitó,
pero cada día que transcurre,
crece en mi corazón más vigoroso,
el detalle más insignificante me lleva a ti.

Como deseo que las lágrimas amargas
no escapen de mis ojos cada vez,
que sin buscarlo te pienso e imagino,
lloro sin consuelo cuando desobediente,
mi pensamiento me lleva a ti.

Siento que este amor desgraciado,
se hará grande, constante, con el paso
de los años, de los días, de las horas,
esperando que alguna fría mañana
decidas volver a mí, volver a mí.


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viernes, 16 de julio de 2010

LA ISLA Y LOS NÁUFRAGOS





Eras la ilusión, una vez más,
esperanza desahuciada que anidó
otra vez más, aquí dentro, floreciendo
en el volcán agonizante de mi alma.


No serías un náufrago, como
tantos anteriores, figuras espectrales
que en canoas de cristal efímero,
apenas arribaban a mi orilla deshabitada,
se desvanecían sin dejar el menor pedazo.


Isla pequeña, mujer desierta y olvidada,
perdida en el mar del desencanto,
bañada por exiguos amores, besos
de espuma y sal que desde el recuerdo
abrasan mis labios secos, necesitados,
ávidos de roces y calor humano.


No llegué a divisar ni en la lejanía tu figura,
la arena de mi carne no recibió tus pisadas,
no pude arroparte con la sombra de
mis brazos, mis manos no calmaron
con sus caricias el dolor de tu soledad.


Murió mi esperanza, una vez más,
ilusión marchitada antes de florecer,
agonizante corazón sin sangre,
volcán donde sólo quedan mis cenizas.


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viernes, 2 de julio de 2010

UN ÚNICO LATIDO

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Un único latido









Vamos a sedar nuestras almas, para
que no rememoren penas profundas,
ni revivan traiciones inmerecidas, ya no más.


Con espuma de caricias, ondas tenues, ligeras,
cubre las llagas de mi piel madura, ven, ven,
dame esos besos que te soliviantan,
que llevas guardando tanto tiempo, tanto.


Deja que tu boca me transmita su vida,
y tu lengua de hombre solitario coquetee
con mi lengua de mujer desahuciada.


Que ambas palpiten con un único latido,
que ocupen y se adueñen de tantos huecos,
despojados de placer y estériles de sensaciones.


Dame calor de hombre que espante el frío perenne,
que cubre mi ser femenino y me paraliza,
deja que corresponda a tus gentilezas,
no me niegues la dicha de amarte ahora…



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