Ando deambulando por la casa,
estás en los recónditos rincones,
asomas en las escasas esquinas,
y parece que si me siento te sientas
y si me acuesto noto tu calor.
Es decir, te siento aquí respirando,
omnipresente, siempre a mi lado;
suena el teléfono… no eres tú,
me da rabia, pero no me resigno.
Y me imagino que serán ahí tus horas,
así engaño el hambre que tengo de ti,
pensando qué puedes estar haciendo,
el más banal pensamiento, me alimenta.
Tus ojos recordados hasta la saciedad,
abren la ventana, me cierran la puerta...
todo huele a ti y es algo extraño
sin saber cómo es tu aroma.
Tus finos labios se burlan traviesos,
esbozando tu mejor sonrisa
y me incitan a seguirlos y los sigo,
aunque no sé si alguna vez
alcanzaré a la comisura tu boca.
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