sábado, 26 de diciembre de 2009

BOLSILLOS ROTOS

Me ha dado por mirar atrás y rescatar del recuerdo una morbosa experiencia, siempre he creído que no se podían controlar los sucesos que nos acontecen, sales de casa una tarde con unos propósitos y cuando regresas has vivido situaciones que no habías imaginado ni remotamente.





Eso sucedió una tarde de san Isidro, hace muchos años, cuando tenía unos cuantos menos, dieciocho años y virgen, desconfiada y soñadora, tímida y ardiente, así era en aquella época. En aquellos años era difícil disponer de ciertas prendas, los tanga sólo los usaban las mujeres de mala vida, así que para presumir de un redondo trasero, que no tuviera marcas apreciables con el vaquero tan ajustado que me lo tenía que abrochar y subir su cremallera acostada en la cama, simplemente no usaba bragas, aún más, recortaba los bolsillos para que ni ellos evitaran ver mi cuerpo sensual y sexy.


Salía con un ayudante de cocina más aficionado a la bebida y los porros que a las mujeres y el sexo, fui yo quien le pidió salir y pagué por ello, fue un tremendo error que me hizo sufrir mucho. Después de unos meses escasos en que era yo quien le llamaba y quien pagaba casi todo en nuestras salidas, ya que sólo su sueldo mantenía a su familia, me dijo que lo dejábamos, pero el cabrón me lo dijo a mí, solo a mí, no a sus amigos, así que sin yo saberlo, para ellos seguía siendo la novia intocable, aunque eso sí, me comían con los ojos cada vez que nos juntábamos.


Era una chica con un físico generoso en curvas, mi pecho destacaba por su exuberante tamaño y yo explotaba esta circunstancia, usando jerséis de perlé que marcaban mis dos encantos, así como ajustando mi cintura que era estrecha. Usaba camisas que anudaba en vez de usar sus botones, en fin que sé que provocaba, sí lo sé, lo hacía consciente, pero sólo insinuaba más que mostraba.


Aquella tarde resultó soleada y calurosa, no llevaba más que mis vaqueros negros y una camisa estampada en tonos azules y dibujos de aquella temporada, un botón de más o de menos, según se mire, desabrochado, que sólo al inclinarme dejaba ver mis senos fugazmente. Ya que me podía considerar soltera y sin compromiso, estaba dispuesta a tener “algo” con el amigo de mi ex que más me gustaba. Más que guapo tenía cara graciosilla y era muy, muy amable conmigo, alto y espigado, a mí me ponía, vamos que sí.








Y nada más vernos, - aunque había más gente de la panda, incluido mi novio, que ya no lo era, pero que aparentemente lo seguía siendo – dejó claro que quería “Tema”. Su mirada me quemaba, sus azules ojos posados en mi escote, sentía que hablaban como sólo hablan cuando a su dueño le invade el deseo.


En un determinado momento, yendo ya mi ex algo cargadito, su amigo por una tontería le dijo: - Dale, dale bien… - Busqué sus ojos y ya no me quedó duda, estaba más que receptivo para lo que unas horas más tarde iba a suceder. Reconozco que estaba muy excitada, aquel día dejé en casa mi timidez y me dije que iba a ir a por todas.


En pleno auge de la movida madrileña, aquel día había concierto en el paseo de Camoens. Nos encaminamos hacía el parque del Oeste para hacer tiempo y nada más adentrarnos en él… mi ex se extravió del grupo, le perdí de vista, ya iba de porros y cerveza bien servido así que me preocupé, pese a que ya no tenía nada con él, era consciente de que tenía un problema serio con la bebida y que ni él ni sus padres lo querían reconocer. Pero sus amigos me dijeron que ya aparecería y seguimos andando hacía la zona donde estaba el escenario, para estar cerca y ver mejor la actuación. El gentío joven fue acudiendo y en poco rato estaba la zona ya completita y el ruido de los coros improvisados denotaban la impaciencia porque aparecieran los artistas, en este caso “Ñu” y otro grupo “heavy” de telonero. Yo iba entre las chicas pero no dejaba de gastar bromas al chico que había puesto en mi punto de mira, que tampoco se cortaba; él me seguía el rollo y no me lo podía creer, pero sabía que mal se tendría que poner la cosa para no acabar rozándome con él. Y roce hubo, ya te digo que hubo.


El grupo apareció y su música cañera calentó aún más el ambiente, no me gustaban las aglomeraciones y me sentía un poco asustada hasta que le sentí detrás de mí, rodeada por ambos lados por otras amigas, me daba un poco corte que pudieran darse cuenta de algo pero cuando se arrimó lo suficiente… dije, “Pasando de ellas”. Se arrimó y me arrimé, como era más alto que yo, empecé a notar un algo duro a la altura de mi cintura y supe que estaba pero como estaba él también, calientes ambos, nos apretamos intentando que no se notara, como había más personas quise creer que no se apreciaba nada, más que lo que ambos notábamos.


Casi confundidos el uno con el otro, ya era difícil contenernos más, me susurró al oído que nos marcháramos pero no me atreví, en cambio decidí meter unos cuantos grados más de subidón. Llevé sus manos a mis bolsillos, no entendía bien que pretendía hasta que las empujé dentro… y descubrió que no existían los bolsillos y en vez de tela se encontraron la piel de la parte alta mis muslos, fue brutal su respuesta. Sus manos se deslizaron ávidas hacía abajo y hacía el centro y al llevar al vello de mi pubis creí que acabaría eyaculando en mi espalda. Contenidos a duras penas por la situación, él no pudo más y abriendo mi sexo con ambas manos, siempre introducidas en los falsos bolsillos de mi ceñido vaquero, me alzaba y me embestía a la vez que de manera salvaje intentaba llegar a la entrada de mi vagina con sus largos dedos, pero para ello me habría destrozado el pantalón. Yo también estaba bordeando el éxtasis, nunca había sentido un morbo similar, la excitación nos superaba y estaba tan mojada que le hice caso y nos apartamos discretamente hasta desaparecer entre los árboles alejándonos de la concurrencia.


Cuando pensamos que la distancia era adecuada, se tumbó en el suelo y me suplicó con la voz entre cortada que hiciera con él lo que quisiera. De repente me vi con el chico que tanto deseaba a mi disposición y me llené de pánico, era virgen, nunca había intimado con un chico y la única vez que había visto hombres desnudos era en las pequeñas revistas porno que una tía se traía de sus viajes a Alemania, escondidas en cojines y que mi prima mayor, nos enseñaba a su hermana y a mí, para que supiéramos lo que había.


Así que me invadió la indecisión y el miedo de la inexperiencia… y aunque parezca increíble, me fui, me fui sin tan siquiera habernos besado, nada, sólo me atreví a pasar la mano sobre su abultada bragueta mientras permanecía tendido entre la hierba y me di cuenta que allí había un miembro viril bastante largo, más miedo aún, aún peor cuando los fuegos artificiales iluminaron el parque y vi que había muchas parejas en la misma faena que nosotros.


Ya apenas una llamada días después, por mi parte, que fue corta por la suya y que dio por culminada la experiencia tan altamente morbosa como de fin decepcionante. No hemos vuelto a vernos jamás y rememoro a menudo aquella tarde calurosa de san Isidro… preguntándome si él guarda celosamente su recuerdo… como lo hago yo.



Creative Commons License

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons.

1 comentario:

Ramón Ángel dijo...

Muy excitante y sensual. De esas experiencias juveniles que mantenemos en nuestro recuerdo para toda la vida. Con la dosis justa de relato caliente, pero suficiente para provocar cierta reacción lógica.