miércoles, 28 de mayo de 2008

ESPIRITU DE UN SUEÑO (A MI MAESTRO DE PLUMA)



Con el adiós frío del silencio,
te evacuaste de mi vida sin esperar
un hasta siempre.

A diario impregnado en mis escritos.
susurrando la delicia yo te escuchaba,
hoy sólo el polvo de tu ausencia me cubre.

Al pasar los días mis pasos solitarios
avanzan sin tu risa,
sin la luz de tu conocimiento.

Calló la música que compartimos,
aparece la luna y sin tus ojos,
ya su brillo apagado no puede iluminarme.

Te espero, resignada a tu deseo,
dudando que existieras
pensando que fuiste el espíritu de un sueño
.


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domingo, 25 de mayo de 2008

PERDIENDO LA BATALLA








Perdiendo la batalla, sin posibilidad de duelo.









Han pasado dos días y aún sigo oyendo sus palabras de despedida. - Que me voy a Londres, te llamo para desearte una feliz noche y decírtelo, bueno, que me voy... -. Mis palabras - ¿ Al final te vas? ¿No decías que no te ibas?- Rápidamente me recupero de la puñalada, bueno, finjo que no me importa, aunque no puedo dejar de sentirme derrotada, pero no debe darse cuanta de nada, tengo que fingir que a mí no me afecta, aunque nada más lejos de la realidad.

Me muero al oírle, tiemblo de pensar que le imaginaré paseando con ella, que agarrará su brazo como hace ya más de un mes cogía el mío mientras íbamos hacia La Capilla y se me desgarra el alma como dice el cante gitano. Ya habrá regresado o estará al llegar; le veo cenando con ella, en la fiesta de noche vieja donde quiera que cenaran, el restaurante del hotel tal vez.

Siento que ella se desvanece frente a él y aparezco, llena de frescura maliciosa y alegría que le alcanza y le hace reír largamente, pero de pronto me desvanezco y ella aflora de nuevo, lleva un vestido negro, le sienta bien, el pelo recogido, para mí gusto le da un aire tan rancio como regio, al fin y al cabo, en ella no desentona, mujer tranquila, reprimida, de éstas que ya se amoldan a quien sea con tal de no acabar solas sus días y él, mi amor secreto y clandestino, es el elegido sobre quien teje su invisible red.

Yo, de pie junto a ellos, les grito, les llamo pero no me oyen, soy irreal, no existo porque él no me siente, no me vive y no me piensa ya, a pesar de aquel DIA tan emotivo, cuando me dijo, -Que si te quieres llevar el cepillo de dientes... - La magia empezó, o tal vez acabó aquella noche. Aún no lo he podido valorar certeramente.

Se levantan a bailar y atraviesan mi etérea figura mientras van a la pista, repleta de gente ya de vuelta de todo, gente anónima con viaje de ida corto. Les veo, con mis ojos llenos de lágrimas, siento que cuando estrecha su cintura, él en realidad enlaza la mía y me mira pícaro llevando su mejilla a mi pecho, siento que el aire de su respiración resbala por mi escote, porque ella lleva un vestido con poca abertura, por eso, su aliento llena mi halo sensual, me da calor y reconforta mientras sigo contemplando como bailan, muy juntos, con el cansancio de cada uno suelto sobre el otro, son como dos pilares vetustos que se apoyan mutuamente, que sólo esperan el ocaso de la vida...

Y yo sangro mi juventud en la envidia que me corroe, que no me deja dormir, que sólo me permite verles pasear por Londres, ya sin prisa por amarse entrelazados en la cama del hotel, ya sin ganas de intercambiar la saliva en un apasionado beso. Y pienso mientras me meto entre mis sabanas, sino será ella el escudo que le protege de mis ganas de vivir y de mi pasión. Ella me gana por dinero y por situación. Yo no podría haberle pagado el viaje ni estoy en su ciudad, por eso se lo lleva lentamente a sus terrenos y los míos le quedan tan lejanos.

Pero ahora me voy a dormir, mañana ya no pensaré en estas cosas, mañana será otro día
.


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CARTA DE AMOR (A MI MAESTRO DE PLUMA Y MUSICA)








Selladas tus palabras, en el pergamino que esclaviza mi memoria...






Te he escrito solapadamente, arropada en la sombra de mi vanidad, varias cartas de amor, pero esta vez, va a ser mi carta más sincera, las otras, no es que las habitara de falsedades, pero quise enaltecerlas, para impresionarte, yo iletrada, apenas con mis estudios básicos.

Nunca imaginé el día que recibí tu primer mensaje de móvil, que hoy pocos meses después, podría decir que eres el hombre que más ha influido en mí, que más me ha aportado, que ha levantado la poca fe que tengo en mí misma, literariamente hablando. Por lo tanto, esta carta de amor, no es al hombre detallista, delicioso, lleno de clase y a la vez sencillo. Es mi carta de amor, al compañero de oficio, porque ambos somos aprendices entre las letras, las palabras y los escritos, aunque tú, bien eres mi profesor, ya que me llevas gran ventaja y desinteresadamente, compartes conmigo toda tu sabiduría.

Es una misiva, donde no cabe amor más profundo que el que nace de la admiración, que puede superar amarte si te admiro, si despierto y salto de la cama, a ver que me has escrito por la noche, ávida de llenarme de tus vivencias y sintiéndome gratamente confortada, mientras mis ojos van de frase en frase... esperando que el fin tarde en llegar, porque te disfruto y saboreo, de la manera que puede hacerlo quien no quiso estudiar, pero que no ha dejado de aprender.

Yo una mujer llena de excesos que te agota, tú un hombre delicado que me exaspera, que me hunde cuando me habla de mis faltas de sintaxis, y sin embargo, me emocionas cuando al recibir algún escrito mío, me respondes que no esperabas que fuera tan bueno. Quieres en tu sueño, que escribamos un libro a cuatro manos, me impactó mucho esa expresión. Deberemos ensamblarnos como el marinero y el barco, como el pájaro y la brisa. Nuestros labios serán plumas, nuestra saliva la tinta y nuestras pieles, de papel.

Yo no sé si algún día, subiremos cogidos de la mano, a recibir el Nadal, como en tu mente lo recreas, tal vez no creo tanto en ese sueño tuyo, pero ahí está, y si Dios nos dio la imaginación para que no enloqueciéramos, compartiré tu deseo y te acompañaré en pos de conseguirlo, nadie podría mejor que tú ser mi compañero de viaje.

Con esta carta, sello ese compromiso, nos amaremos esgrimiendo la palabra, derramando en el papel todo cuando podamos crear para emocionar a los lectores y dejarles el mismo regusto que tú dejas en mí cuando me escribes... me ha parecido tan corto...



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viernes, 23 de mayo de 2008

A LOS VAMPIROS ANIMICOS







Esta poesía, salió de la ausencia de esas personas que todos conoceréis, invasores temporales de vuestra vida y vuestro tiempo... hasta que se van sin un adiós.




Aparecen insolentes y se cuelan en mi vida,
agarran todo, mi fuerza, mi dedicación, mi sueño,
me agotan con sus exigencias, sus ganas de mí.
Les entrego todo, mi voz, mi amistad, mi interés...
les escucho, les leo, les calmo, les animo;
me desnudo ante ellos, se desnudan ante mí.

Mi piel es auténtica, siempre puede sangrar
con el arañazo de una mala palabra, un desprecio,
sus pieles son sintéticas, nunca sangrarán,
tan sólo arderán rápidamente, dejando la nada.

Un día amanece; el horizonte vacío,
ya no hay voces, no hay letras,
no hay confidencias, ya no hay risas...
ese día el sol quema, nada te abriga,
nada te hace sombra.

Los vampiros anímicos
ya no encontraban sustancia en mí
y vuelan en busca de otras almas;
comenzará de nuevo la historia,
pero ya no seré la protagonista,
otras venas darán vida a estos
viajeros incansables.


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viernes, 2 de mayo de 2008

ILUSION (A MI VIDA)











ILUSION
_________________





EL INTERMEDIO EN MI VIDA,
MI CAMBIO POSITIVO,
LUCES CENTELLEANTES EN MI NOCHE,
APASIONAMIENTO SIN FIN...

YA NO PUEDES PEDIRME NADA
PORQUE LO TIENES TODO.
CAMINO EN LAS HUELLAS DE
TUS PASOS CERTEROS.
LLEVO EN LA PIEL EL TATUAJE
DE TU CÁLIDO SENTIMIENTO.

LA ESPERANZA EN EL DEVENIR,
SIMBIOSIS DE ALMAS ENAMORADAS,
PÁLPITOS DE UN SOLO CORAZÓN,
LABIOS QUE SE LANZAN AL MAR ETERNO.



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jueves, 1 de mayo de 2008

MUJER Y MUJER (MORBO)



Sólo espera que en sus ojos no se aprecie lo temprano que se ha levantado, es muy posible que fuera por nerviosismo, pero también quería dejar las camas hechas y las cosas recogidas. Se había vuelto más cuidadosa, organizada le gusta decir.

Frente al espejo esboza sonrisas, habla como si ya la tuviera delante, habían hablado algunas veces telefonicamente, ella le parecía agradable pero seria, tal vez porque era tímida y no conseguía despegarse de esa imagen que proyectaba. Apenas se maquillaba pero siempre pintaba sus labios y daba color a sus mejillas, incluso cuando limpiaba la escalera vecinal, le parecía que así daba una imagen más agradable. Pero hoy también se dio sombra de tono caldero y el rimel de color negro para alargar algo sus pestañas, poco porque eran cortas, pero algo se notaba.

Vestida de negro completamente, camisa, pantalón, hasta la ropa interior, abrigo veis, y pasmina con hilos de oro que alegraban bastante su imagen, bolso caro y pendientes diminutos de cuarzo y plata. Salió de casa y se encaminó al metro, cogió un periódico gratuito con el que refugiarse del resto de viajeros y tras un par de trasbordos, en una hora se encontró en la boca del metro donde se habían citado.

Marcó su número y ella contestó rápido. – “ Dame unos minutos que bajo”- Se puso a pasear nerviosa por la acera de baldosas desdentadas, cada mujer que se acercaba, podía ser ella pero iban pasando de largo. Al fondo de la calle, en la otra acera, vio una mujer con gafas de sol, melenita corta, cazadora crema, más bien gabardina corta, se preguntó si sería Helena mientras la seguía con la mirada, cruzó a su acera y creyó reconocer a la de las fotos tras las gafas, no podía apreciar sus ojos verdes pero cuando ella esbozó una sonrisa al llegar a su altura, sus dudas se disiparon. – “¿Helena?- , -“¿Cristina?- Se besaron tímidamente en las mejillas y ella deseó que Helena pudiera percibir su perfume.

Se encaminaron a una cafetería que estaba a varias calles, demasiado pequeña y diáfana. Le pareció que había química entre ellas, había demorado la cita por compromisos y tareas desde que contactaron por mensajes en una web de amistad, pero tres días antes ya le dijo a Helena que se conocerían ese día para salir ambas de dudas de una vez. Helena estaba decidida, Cristina le gustaba cuando hablaba y cuando reía, por las fotos de sus pechos que ella le envió en un mail, sentía ganas de estar con ella. A Cristina también le gustaron sus fotos, su sexo depilado, en alguna ligeramente abierto por sus pequeños dedos, al sentarse, observándola toda, constató que efectivamente, sus dedos eran delgados y pequeños, su piel ligeramente sonrosada, Helena iba sin maquillar; labios finos, ojos verdes que en directo no le parecieron de color intenso, más bien verdosos, claros. Hacían juego con su camisa verde de rallas blancas.

Helena hablaba de todo, de sus experiencias, ella también aportaba las suyas pero el camarero que merodeaba muy a menudo cerca de ellas las incomodaba y no entraban en el tema que las había hecho reunirse, el sexo. Cristina la oía pero no la escuchaba, no era que no le interesaran sus palabras pero un morbo intenso la invadía, después de varías intentonas con otras mujeres, Helena le gustaba y estaba dispuesta de acabar en una cama con ella. La miraba deseando meter su mano entre los botones y acariciar esos pechos que ya conocía en imagen, agarrar su mano y apretarla, mientras le decía con sus ojos –“Te deseo... -

Buscaban sexo pero partían de diferentes planteamientos. Cristina era una hetero convencida, pero el morbo la hacía desear estar con una mujer en determinados momentos. Helena era lesbiana, casada con un hombre, guardando las apariencias, pero consciente de su condición. En esos momentos sólo el sexo las unía, ambas tenían muy claro que sólo buscaban desarrollar entre unas sabanas sus fantasías,

Mientras le iba contando aventuras con algunas mujeres y lo mal que le salieron finalmente, Cristina seguía imaginándose dominante y activa con ella, dirigiendo la situación, desvistiéndola despacio, besando suave cada pedacito de su piel, estaba excitada, se sentía húmeda y deseaba que Helena estuviera en esos momentos en igual situación. Había imaginado antes de llegar ese día, que se irían al baño de la cafetería y mientras Helena se apoyaba en la pared, le iría besando el escote y ahuecando con su mano el pantalón para llegar a su monte de venus y dejar en la raja de sus labios un dedo lascivo que sintiera en el calor líquido su deseo, poder introducirlo suavemente hasta llegar al clítoris y sentir que palpitaba.

-“¿Tomamos otro café?- Dijo intentando hacer un inciso en sus ardientes pensamientos temerosa de que Helena pudiera ver en sus ojos todo el fuego que deseaba entregarla y se asustara. Ella era tan directa, tenía que contenerse, aún no sabía con seguridad si Helena estaba receptiva a tener una relación íntima con ella. Dos horas se pasaron en un suspiro para ella; Helena dijo que a que hora debía estar en su casa, Cristina, divorciada, tenía un hijo en edad escolar y ella tenía que volver a su trabajo del que se había escapado con una excusa.

Se pararon al lado de la boca de metro, Cristina seguía deseando intensamente besarla y acariciarla, atónita mientras Helena le decía que se había enamorado de otra mujer y había dejado a su marido, pero cuando ya tenía hasta piso alquilado, la otra mujer, se volvió atrás y su marido ignorante de la situación la recibió de nuevo aliviado. Quería posarse en su mente y saber si también la deseaba. Concluyeron en que si, se volverían a ver...

No hubo manera de besarse en los labios, cuando se acercaron, Cristina la apretó contra ella, consciente de que en plena calle y tan cerca del trabajo de Helena, no era lo más aconsejable. Apenas se rozaron las mejillas, después las sonrisas de despedida y un hasta pronto.


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