EL AMOR ESTERIL. REFLEXION PERSONAL

Cuántas veces se intenta evitar que los pensamientos nos torturen pero nada nos libra de ellos;

incansables, laceran nuestra carne, la vida misma arrancando con saña el dolor más terrible. Porque hay momentos en que ciertos pensamientos nos ahogan en la más honda pena, en la desesperación sin alivio y sin fin.

Y el amor estéril, ése que se nutre en la alegría, en la esperanza pero que no produce, que no llega, que no alcanza a sustentarse para crecer y va agonizando lentamente, acostado sobre el olvido, hasta confundirse con él. El amor estéril crece sin expandirse y alcanzar a la persona amada, lo peor es cuando es correspondido pero no basta, eso no basta para aguantar las adversidades y mantener la fe en el futuro que se promete feliz. Se van desgranando los versos, las miradas y los besos... Pero caen al vacío porque la distancia es más fuerte que aquello que nace dentro de nosotros. El amor, necesita comunicarse, necesita rozarse y morirse entre risas o entre espasmos para vivir, para tener el vigor de alzarnos a lo más alto del firmamento, gallardos y vigorosos aguantado todo lo que emprenda batalla contra nosotros en el devenir de los días.

Apartamos todo aquello que en verdad nos da la felicidad, para otro día, para más adelante, para cuando tengamos tiempo, para cuando no estemos ocupados... Ahí morimos en vida, ahí pasamos a vegetar ignorando lo que realmente importa, quienes realmente importan y tal vez cuando seamos conscientes, no haya nada, ya no haya nadie. Se mantiene la mano tendida, se tiene la palabra que reconforta esperando entre los labios, se sujeta la sonrisa en espera de quien amamos... Pero es un amor estéril si no se llama a nuestra puerta.

A veces es de una tristeza caótica la espera, de una desazón que no nos deja en paz, estar pendiente de una llamada, de una carta, de una visita. Uno se siente en lo más hondo del olvido de la persona que amamos, uno duda, cree que ya nos aman, que ya no luce aquel fuego que calentó nuestra alma y el corazón entre los besos apasionados, cuesta seguir con alegría y sentirse dichoso de ser amado cuando no vemos los hechos del amor. Y la generosidad, la paciencia, se mueren abatidas por el silencio y el abandono. El amor mismo, el amor más fuerte, se ve arrastrado a morir en las aguas oscuras al sentirse ignorado.

Alguien que sufrió mucho siendo niño, me dijo hace años, nada hace más daño que el silencio...

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons.