Acarició a su amiga los redondos glúteos, alternando
Sara ignoraba que Alicia llevaba puesto el arnés, así que cuando separó sus glúteos y penetró su húmeda vagina con cuidado, ya que el tamaño del pene era mayor que el del vibrador, ella saltó con un pequeño respingo… _ ¿Qué haces?_ Dijo muy sorprendida.
_Había un tercer juguete… Sara, ¡Espero que te guste!_ Sentenció mientras asía sus caderas y embestía con algo más de presión. Sara emitió un largo gemido que se repitió continuamente al compás de los envites que Alicia ejercía desde atrás, viendo que su amiga aceptaba lujuriosa su arnés, pese a ser el miembro de látex más largo y grueso, se tomó la licencia de soltar las caderas, ya que Sara acompasaba su cuerpo con sus empujes perfectamente y volvió a introducir un dedo en su ano, apenas notó resistencia, compaginó el movimiento del falso pene y su dedo, sabía que esta vez Sara sentiría un orgasmo de escándalo, muy difícil de olvidar. Así fue, no tardó en gemir ruidosa y profusamente a la vez que se desplomaba sobre la cama escapando de los intrusos que habían profanado sus dos orificios hasta dejarla extenuada.
Era incapaz de articular palabra, como una muñeca rota por un placer desconocido aún respiraba jadeante cuando Alicia empezó a besarla los tobillos, las pantorrillas, apenas rozaba la piel con sus labios, fue llenando de tenues aleteos de mariposa cada poro de su piel, sin prisas, dejando que Sara se recuperara, besó con delicada devoción los muslos sudorosos, los glúteos que todavía temblaban con ligeros espasmos, el comienzo de su espalda… los hombros, su cuello… apartando sus cabellos ligeramente mojados de sudor, besó la mejilla que quedaba libre e intentó girar su cuerpo hasta dejarla recostada sobre la cama, entonces su escote, sus senos, su vientre, su pubis fueron objeto de múltiples, suaves pequeños besos.
Sara como si hubiera recuperado las fuerzas de golpe, alzó sus brazos y atrajo el rostro de Alicia hasta el suyo, sus besos no eran suaves sino llenos de una desatada pasión, ambas se fundieron en una tormenta de besos profundos.
El tiempo pasó tan despacio tras su última refriega sexual que se les hizo muy corto. Se dejaron, abandonadas en el lecho, simplemente abrazadas, sabiendo que el momento de la despedida se iba aproximando inexorable.
_ ¡Cómo me gustaría vivir esto con un hombre!_ Dijo Alicia mientras encendía a Sara el cigarro que mantenía entre sus labios, sin prisas por saborear.
Continuará...
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