martes, 9 de febrero de 2010

¿POR QUÉ? ¿POR DÓNDE?



Hay un chiste que me sirve para definir algunas situaciones de la vida:





Salen dos marineros a pescar, echan las redes y notan que algo ha caído en la trampa. Suben la redes y ante su sorpresa han pescado una… ¡Sirena! Uno de los marineros la coge y la inspecciona detenidamente, la mira por arriba… por abajo y con un gesto de contrariedad la devuelve al mar. Su compañero, atónito le espeta enfadado: ¿Por qué, por quéeee? Y él le responde… ¿Por qué? ¿Por dónde? ¿Por dóndeeee?









Eso pasa con las relaciones que mantenemos con las personas. De la manera que sea, contactas con alguien y es posible que a la primera te des cuenta que estás… ante una sirena.

Notas sin mucho esfuerzo que hay un choque continuo o una falta demoledora de sintonía. Sabes que tarde o temprano… la devolverás al mar y seguirás con tu camino, con tu pesca, como los pescadores del chiste.

En mi caso pasa, por poner un ejemplo, que voy a cien por hora y encuentro un acompañante que no pasa de cincuenta. A poco que sigamos, miraré hacía atrás y ya no divisaré ni su sombra... La vida es tan sencilla, sería tan fácil si no nos empeñáramos en disfrazar nuestras intenciones o simplemente en estar… ahí sin más y para nada, enviando señales equivocas o aparentando buscar lo que en el fondo no deseamos, tal vez ignoramos que no buscamos y sólo es un deseo, un espejismo que nos engaña, cuando no matar los ratos, tal vez intentar imitar a otros y experimentar vivencias que no seremos capaces de realizar.








Asumo estos tropiezos en las relaciones. Si lanzas el anzuelo en un mar inmenso… nunca sabes que pez te va a picar pero llevo bastante mal que el pez se empeñe en picar mi señuelo para nada, sólo para pasar su tiempo.

Sería lo oportuno hablar de personas que son el “Quiero y no puedo”. Como soy más pasional para mí simplemente son individuos con el pulso en coma, con la sangre espesa; es como si ni consumieran vida, horas… pero pasa que yo sí, me bebo la vida a sorbos, pero continuos, el vino no se agria en mi vaso mientras me doy a la vida contemplativa.

Y entonces, cuando alguien llama mi atención y la consigue pero después espera tenerme como un juguete apartado que ya cogerá cuando le apetezca… como que no.

Una cosa son las prisas y otras la falta de movimiento, sé que las prisas no son buenas pero sí he de elegir entre ambos extremos prefiero la prisa a la pasividad, cualquier movimiento es vida, necesito vida.

Si soy quien atrae a transeúnte para luego descubrir que está cubierto de ropaje poco atrayente… asumo que me equivoqué y sigo, hay que seguir, pero no arrastro a nadie conmigo
vanalmente

Intento cada día mantener la respiración activa, los ojos abiertos y los oídos predispuestos a recibir la mejor melodía… porque alguna vez se dará una sintonía con alguien especial, tan especial que sea de mi medida.




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