miércoles, 10 de febrero de 2010

ARMAS DE MUJER


NUNCA SUPE JUGAR MIS CARTAS... PASADO EL TIEMPO HA SIDO UNA VENTAJA.



A pesar de los años, sigo sin saber jugar mis cartas, sin saber emplear mis armas de mujer.


Cuando tenía catorce años compartí con mi mejor amiga de aquella época el enamoramiento por el mismo chico. Curiosamente, ella era la más enamorada, por ella pasábamos varias veces al día por la calle donde vivía el chico objeto de nuestros deseos, ella era la que hablaba de él sin parar, la que lloraba ante mí, diciéndome que le amaba hasta enloquecer y yo, que lleve mi enamoramiento con más discreción, fui la pobre descartada y compadecida ante la panda, cuando mi amiga ayudada de su hermana tendió al moreno adolescente una trampa de la que no pudo… o no quiso escapar. Y quedé con cara de idiota, sintiéndome utilizada y traicionada por mi cándida amiga, una de las tantas mosquitas muertas con las que me he cruzado.


La retiré la palabra de por vida, pero la vida da muchas vueltas y años después, ya casada, mi marido quiso regalarme algo, estaba prendada de unos pendientes de oro que veía en una joyería del barrio… mira por donde, la dependienta oronda que me encontré tras unas gafas enormes… ¡Era ella! Me dijo que se había acordado mucho de mí, que podíamos quedar y contarnos y yo interiormente me partía de risa. Sí, íbamos a quedar pero ya, vamos que aún estará esperando.


Poco después, un verano me enamoré como nunca había amado y como sólo he amado un par de veces más. Pasé cinco años sin mirar a otros jóvenes, dando calabazas a diestro y siniestro, fiel en la distancia a un muchacho morenazo que sólo veía cuando viajaba a su pequeña localidad. Me daba igual, lo mío era absoluta ceguera, una idealización total.


Ya en mi segunda visita, supe quién se llevaría el gato al agua. Una morena de rostro picassiano, en el instante en que le sacó a bailar, algo dentro de mí me dijo… “Esta va a ser la que te lo va a quitar”. Así fue, suele pasar, yo sólo iba de veraneo, en navidad y ella estaba allí, dispuesta y solícita a calentarle en los fríos inviernos… tanto que con diecisiete años le hizo padre. Para mí fue una conmoción que me duró meses, más de los que ellos duraron casados. En una fugaz reconciliación, la hizo madre de nuevo; a día de hoy estos dos hijos creen que su padre murió, mi gran amor se calló del altar donde le tenía ya que nunca intentó recuperar a sus vástagos, vamos que esta mosquita en cuestión me libro de un tipo insensible.


Y ya pasados los veinte años, conocí a un tímido camarero, al igual que el chico anterior, de los hombres más guapos que he conocido, otra vez me colgué hasta la médula. Fui correspondida de manera fugaz y una vez más, una de las tardes que fui a visitarle al restaurante, supe que otra se lo iba a merendar y me iba a quedar a dos velas. Lina, se llamaba, una mujerona muy alta y fuerte, mi chico no era muy alto y ella le sacaba sobradamente la cabeza, podía poner sus enormes senos a la altura de su boca…


Pues sí, esta vez me engañaron y se rieron a mi costa, ambos… estaba con ella y yo lo ignoraba, salvo por las risitas. Se casaron al parecer. Esta más que mosca sería abeja reina por su volumen. Una vez más lo superé, lo que más me fastidiaba de estas situaciones era que me dejaban por mujeres menos atractivas que yo jajá.


Por último, una mosquita casi cincuentona no me ha birlado la pareja, se ha “Levantado” mi mejor amigo. Tengo una desazón terriblemente dolorosa ya que el colmo de una amiga es que tu amigo se lie con una mujer a la que desprecias hasta sentir asco. No, no es una antipatía gratuita, no son celos de amiga desairada, tanto mi amigo como yo hemos recibido de esta “Dama”, palabras nada gratas, he determinado distanciarme de mi amigo para mantener el recuerdo de una amistad cultivada en años; es lo mejor, porque no tengo motivos para aceptar a esta mujer, bajo ningún concepto voy a olvidar ya que además nunca, nunca me dio buena espina, ni le puedo pedir que elija entre ambas, por lo tanto… sufriré pero lejos.


Perderé la amistad, pero no echaré por la borda los buenos recuerdos.




Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia Creative Commons.

No hay comentarios: