viernes, 16 de julio de 2010

LA ISLA Y LOS NÁUFRAGOS





Eras la ilusión, una vez más,
esperanza desahuciada que anidó
otra vez más, aquí dentro, floreciendo
en el volcán agonizante de mi alma.


No serías un náufrago, como
tantos anteriores, figuras espectrales
que en canoas de cristal efímero,
apenas arribaban a mi orilla deshabitada,
se desvanecían sin dejar el menor pedazo.


Isla pequeña, mujer desierta y olvidada,
perdida en el mar del desencanto,
bañada por exiguos amores, besos
de espuma y sal que desde el recuerdo
abrasan mis labios secos, necesitados,
ávidos de roces y calor humano.


No llegué a divisar ni en la lejanía tu figura,
la arena de mi carne no recibió tus pisadas,
no pude arroparte con la sombra de
mis brazos, mis manos no calmaron
con sus caricias el dolor de tu soledad.


Murió mi esperanza, una vez más,
ilusión marchitada antes de florecer,
agonizante corazón sin sangre,
volcán donde sólo quedan mis cenizas.


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