Los hombres, seres que albergan
la capacidad de ser despiadados,
crueles jinetes que viajan incansables
a lomos del amor, la lujuria, el deseo,
atravesando veloces el corazón de mujer,
visitan incesantes, mis carnes agotadas,
relevándose sin tregua y alcanzan
mi espíritu, arrancando la ilusión,
asestan, con golpe certero, terrible,
sin vacilar, la puñalada del silencio,
antes de emprender la huida,
me desangro mientras llega el olvido.
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