Se paró de repente el mundo,
el tiempo se detuvo en nuestros brazos,
sanaste mis heridas a golpe de besos,
derramé mil caricias sobre tu cuerpo,
horas ralentizadas, tamiz de cariño ocasional.
Sueños enlazados, tuyos y míos,
el goce incesante atravesando la noche,
galopando en nuestros sexos húmedos,
la madrugada rendida sobre la almohada,
ambos acurrucados saboreando el descanso.
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