lunes, 29 de junio de 2009
UN AIRE BISEX 2 PARTE
-Ya, jajá si se te veía muy cómoda, en vez de llorar como las verdaderas malas haciéndose las mártires, tú le dabas la vuelta a la situación y te tronchabas en sus caras jajá.-
- Bueno, sólo intentaba ser positiva ante una situación negativa jajá, pero sí, creo que les jodía más ver que no hacían diana en mi sensibilidad, que no quiere decir que no me doliera, sabes que mucho, por lo injusto nada más. Pero venga vamos a tomar otro café y nos vamos.-
Llegaron al domicilio y Sara pareció sentirse agradablemente satisfecha, la casa no era muy grande, luminosa, con muchas plantas, todo ordenado, sin grandes ostentaciones. Cuando ambas se liberaron de los nervios del encuentro, empezaron a conversar acerca de la web donde habían contactado, pero sin darse cuenta la conversación tomó otros derroteros y acabaron charlando de sus vidas, sus vivencias, tenían ganas de liberarse de la manera en cómo se habían conocido, ahora no estaban frente a los mensajes que dejaban en la pantalla, ahora apenas unos cms les separaban y oían sus voces, observaban las miradas como antes hicieran con sus respectivas letras, pero éstas no tenían vida.
Sara, volvió con una pregunta al punto de partida.
-¿Nunca sentiste vergüenza de expresar sin tapujos tus vivencias más íntimas?-
-No, es una facilidad que he tenido desde niña. Para mí no hay nada más natural que hablar de todo de la misma manera. Ya sé, comentar cosas muy íntimas deja un flanco de tu fortaleza al descubierto, por ahí se pueden colar quienes aún conservan prejuicios ante tantas cosas y utilizar las confidencias para hacerte pasto del escarnio general… pero, siempre mido mis palabras, nunca comento nada sin haber calibrado a lo que me arriesgo. Tal vez soy una exhibicionista con mis sensaciones, jajá es posible que sea eso, el ego. Imaginar el impacto de mis palabras en mentes estrechas es algo que no deja de ser agradable para mí.-
- ¿Nunca te has arrepentido de haber hablado de sexo, de tus experiencias… bueno, por ejemplo con las mujeres?-
-Mujer, lo sopesé mucho antes de dejar algún mensaje al respecto, pero hubo días en que me sentía tan libre, una sensación que rozaba más la temeridad que la valentía y ¡Zas! Lo soltaba jajá, rápidamente me arrepentía pero releía y me decía:- jajá ahí tenéis algo interesante y además vivido. Si es lo que te decía, el exhibicionismo de mis vivencias, entre esta gente es fácil, los que dicen algo mienten y los que quieren contarlo se callan. Me cuesta creer en el pudor como algo innato y eso que soy muy pudorosa en otros ámbitos de la vida, pero sé que suena contradictorio, creo que no es pudor, es falta de valor para contar algunas cosas, tampoco creo que la reserva de las personas sobre sus cosas más íntimas sea discreción, sigo pensando que es por prejuicios, verse juzgados por sucumbir a lo que se califica como bajas pasiones o deseos más morbosos lo que les limita para hacerlos públicos, sobre todo porque ellos a la vez forman parte del jurado. No deja de ser un ejercicio de hipocresía en masa.-
-¡Uh! ¿No te lías al explicarte? Yo no me veo capaz jajá de hablar así sin tomar resuello jajá.-
-Sara, jajá vivo de la palabra, me gusta recrear mi voz desde que fui consciente de lo que gustaba ya que la alabaron en múltiples ocasiones y sabes que escribir también me apasiona jajá, pero creo que con los años me voy dosificando jajá.-
Sara miró detenidamente el vestido de algodón con un ligero estilo hippy, de color azulón descolorido, a fuerza de lavados que se había puesto su amiga nada más llegar a casa. Era evidente que lo sentía como una segunda piel y que no le importaba si en la botonadura delantera que lo recorría desde el escote hasta el bajo, se escapaban algunos botones de su ojal correspondiente.
Imaginó que sabía que resultaba muy sexy con él, ella aún no se había cambiado y la verdad que demoraba el momento. Por un lado se moría de ganas de hacerlo, por otro temía que Alicia se abalanzara sobre ella y llevara directamente su boca a su entre pierna. Dejó escapar un tímido y corto grito al pensarlo, llevó su mano derecha a la boca intentando evitar que fuera audible para su anfitriona pero no pudo, Alicia volvió la cabeza desde la estancia pequeña donde se ubicaba su cocina.
-¿Te pasa algo Sara?-
-No, no, nada jajá nada…-
-Bueno tú verás. – Dijo mientras desmenuzaba los cogollos de lechuga para hacer una ensalada. –Voy a cocer un par de huevos, yo le echo atún en escabeche, brotes de soja, granos de maíz, tomate… espero que te guste.-
-Si, sí que me gusta así de variada, ¿No le echas pepino y tomate? Jajá…-
-¡Vaya! Jajá si que le echo, sí… el pepino está muy rico y el tomate lo tomo casi a diario.-
La palabra "pepino" que acababa de pronunciar Alicia resonó en sus oídos de una manera especial, para Sara fue el nexo de unión entre la hortaliza y los consoladores que imaginó una mujer como su amiga debía de tener. Sintió un rayo de placer restañar bajo sus bragas estrechas y una humedad desconocida recorrió las zonas profundas de su sexo. Se sintió azorada e incómoda, deseaba tanto lo que temía que por un momento imagino que se acercaba a Alicia desde atrás e introducía su mano entre sus piernas a la vez que con un gesto de dominancia apartaba la tira de sus bragas, había visto que eran negras y sintió que realmente hurgaba en su sexo, tan caliente como ella lo imaginaba.
Continuará...
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