Tu indiferencia me lacera,
me entristece y quema
las naves de mi esperanza,
sé que sólo es aparente, lo sé,
y que será un dolor pasajero,
con próxima fecha de caducidad.
Intentaré convencerte poco a poco,
te suplico, déjame demostrarte que
sólo busco lamernos mutuamente
las heridas que ambos arrastramos
en esta vida que nos muestra
esquiva, inalcanzable aún por
momentos efímeros, la felicidad,
que no nos permite siquiera
sentir libres el roce de los labios,
vivir la emoción más intensa, íntima,
un cuerpo a cuerpo de feroz pasión,
y a la vez, destilar en el sudor mutuo
de la amorosa batalla... la más
dulce y sublime ternura,
que me acune y te reconforte.
Derribaré tus miedos, lo sé,
y no dejaré que te arrepientas jamás
de haber sentido correr la vida
por los riachuelos ardientes
de nuestros deseos consumados,
aunque luego el destino nos separe.
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