¿Nunca aprenderé?
Cercena la ingenuidad de mi lengua,
silencia por siempre el canto de mi voz,
dioses sin alma, reyes del vacío y la nada,
caballeros simulando certezas que no existen,
arranca tú, destino, sin compasión esta mano
diestra que nunca debió aprender a escribir,
desangra por completo, este corazón que no sé
por qué motivo siente, por qué loca razón aún ama,
por qué aprecia sin preguntas, si no distingue,
si no sabe todavía donde anida la
mentira disfrazada de pura verdad.
En un hondo agujero sin fin, sepulta mi luz,
cierra las puertas de mi amplia sonrisa,
ciega el brillo de mis ojos cansados,
aprieta mi garganta, que escape mi
último aliento, que nadie vuelva a dibujar
en mi alma esperanzas vanas.
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