sábado, 29 de mayo de 2010

EN TU AUSENCIA












Me viste tu silencio, no, me cubre el sonido que alberga mi recuerdo, tu voz, me adornan tus ideas, me sumerjo en sus contextos en un intento de comprender tu particular visión de la vida y las relaciones, pero no comprendo o no comparto, algunas de tus actitudes, simplemente divago… así paso mi tiempo.

Hace una tarde soleada, mi casa aún resulta fresca, observo por la ventana el blanco impoluto de las escasas nubes cuya contemplación daña mis ojos, este azul que nos corona tan inmenso, tan intenso; de una manera inevitable e inconsciente tu imagen aparece al frente de esta bucólica visión.

Han pasado tres días desde que te marchaste al ardiente continente pero se me hacen muchos más, tu ausencia me lacera, mi ansia de ti me devora y quiero apaciguar este dolor, esta impaciencia.

Escribo, pero no es suficiente, quiero tenerte ahora pero no te tengo, caprichosa no me resigno, decido que si no estás invento tu presencia.

Ayer continué el episodio al que hoy he dado fin; antes de la ducha, me armé con una cuchilla a estrenar para barbas masculinas y rematé la eliminación de mi vello púbico que inicié días atrás, hasta que no quedó mi pubis despejado del último pelo negro no cesé en la tarea. Apliqué aceite rezando para que los poros de mi piel no se abrieran como siempre, maldiciendo este triangulo de mi dermis tan sensible y delicado, acabo siempre con los muslos recorridos por hilos ensangrentados, ya no me asusto, ya no me escuece, pero me sigue sucediendo.

Esta vez el número de poros con ojos de sangre era menor, unté varias tandas de aceite para niños por mi pubis carnoso y ya despejado, enrojecido por el paso continuo de la afilada hoja; de tanto masajearme la zona, mis dedos acabaron resbalando hacía mi raja entreabierta, una vulva hinchada estaba esperando estas caricias, mi clítoris insolente sonrió nervioso con el tacto resbaladizo de mis yemas… Me introduje en la bañera y abrí el grifo de la ducha, dirigí el chorro caliente hacía mi bajo vientre y dejé que el agua y mis dedos alternaran sin pausa su fricción sobre mi sexo.

Y continué hasta notar el estallido del orgasmo, siempre acabo recostada sobre los azulejos de la pared, se nubla mi vista, me fallan las fuerzas de mis piernas, que temblorosas culminan mi extenuación.

Por unas horas calmé mi excitación, llegó noche y recibí la madrugada en mi cama, abierta de piernas completamente, esta vez cambié el aceite por gel de aloe vera, un frescor, un ligero escozor desconocido se posó en mis labios menores y la entrada de mi vagina, acentuó el calor de la situación hasta llevarme una vez más al punto más álgido del placer, pero antes, fui aún más osada, aprovechando la suavidad del gel, unté la entrada de mi ano y extendí mi mano izquierda por detrás de mi espalda, fue fácil introducir no un dedo, sino dos, profundamente. Entre esto y la estimulación de mi clítoris con mis otros dedos, apenas tardé en perderme entre violentos espasmos y altivos gemidos.

Quedé tan vencida que no me puse ni las bragas, no me gusta dormir sin bragas, no sé por qué.

Hoy quise sustraerme al pensamiento que me conduce a ti, pero no es posible, me pregunto qué estarás haciendo, tal y como dice la canción de Ismael Serrano, como no consigo imaginar la escena, simplemente me digo… _Ya queda menos._

Empleé la mañana en agotarme con tareas domésticas, cristales, colada, incluso las rayas de las losetas del suelo supieron de mi eficiencia, me sentí sobre la una maruja satisfecha que se merecía un premio…

Recordé nuestra penúltima conversación, el sexo como debate, ambos sabíamos más que el otro, nos desafiamos para el primer encuentro íntimo. Pensé en tus comentarios, esas cosas que decías hacer con tus amigas, algunas frases retumbaban constantes en mis oídos, aquello que te gusta sentir que casi rompes a la chica de turno, un comentario que me pareció tan bestial como excitante.

Y como no bajaba mi excitación, una vez más me entregué a la lujuria, esta vez añadí tres accesorios que son para el cabello, unas pequeñas pinzas dentadas que vulgarmente llaman quiquis, es una gozada pasar la mano por el pubis depilado, particularmente me excita más, incluso el roce de las bragas con la piel, se convierte en una sensación más placentera. Cogí dos de las pinzas y las coloqué sobre los bordes de mis labios mayores, no hacen daño como pueda parecer, así el sexo queda abierto y el clítoris y la vulva están a la vista, con el tercer quiqui pellizco mi diminuto clítoris, está tan oculto que me cuesta apresarlo, pero lo consigo, me siento tan excitada que el contacto nuevamente del gel y el frescor que me produce, me hace imaginar que eres tú quien realiza este ritual sobre mi sexo. Esta vez uso mi vibrador, lo inserto en mi vagina, lo manejo con movimientos rápidos de entrada y salida y siento que no me puedo contener, que tengo que gritar. Echo mano también de mi diminuto gusanito vibrador y lo aplico sobre la pinza que aprisiona mi clítoris, está más exaltado con tanto trajín. Con la doble vibración no tardo en experimentar un nuevo orgasmo, cuando se extingue, creo que me observan tus ojos negros.

Sólo me resta decirte… ¡No sabes cuánto te deseo!



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lunes, 24 de mayo de 2010

ARRANCA TÚ, DESTINO

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¿Nunca aprenderé?






Cercena la ingenuidad de mi lengua,

silencia por siempre el canto de mi voz,

dioses sin alma, reyes del vacío y la nada,

caballeros simulando certezas que no existen,

arranca tú, destino, sin compasión esta mano

diestra que nunca debió aprender a escribir,

desangra por completo, este corazón que no sé

por qué motivo siente, por qué loca razón aún ama,

por qué aprecia sin preguntas, si no distingue,

si no sabe todavía donde anida la

mentira disfrazada de pura verdad.


En un hondo agujero sin fin, sepulta mi luz,

cierra las puertas de mi amplia sonrisa,

ciega el brillo de mis ojos cansados,

aprieta mi garganta, que escape mi

último aliento, que nadie vuelva a dibujar

en mi alma esperanzas vanas.






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sábado, 15 de mayo de 2010

SALDRÁS A FLOTE

Cuando sientas el hundimiento
de tu propio Titanic, recuerda,
puedes ser superviviente si
no cejas en tu empeño de salvarte.




















Si la vida acristala de sinsabores


tu existencia, resiste, tú puedes,

a través de reflejo de tus penas,

aún podrás ver el astro rey, radiante,

siente como su calor derrite sin

piedad cualquier mal, te deja libre,

imagina que nada puede arrinconarte,

mañana, mañana saldrás a flote,

atrás quedará el maldecido barro

que quiso maniatar tus sueños

y evitar que a tus pulmones,

accediera sin trabas el aire puro.



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viernes, 14 de mayo de 2010

ADUÉÑATE DE MÍ

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Beberme en pequeños sorbos, pausados,
con todo el tiempo del mundo, tus risas,
andar sigilosa, etérea por tus pensamientos,
salir al paso, valiente, de tus muchas cuitas,
quiero ver tu imagen cálida en mi reflejo más fiel.


Estar pendiente de tus labios, satisfacer
sus mimosos deseos, solícita amante, toda tuya,
quiero expirar cada minuto, segundo a segundo,
gota a gota, en la humedad candente de tus besos,
cuájame, lléname, sáciame, aduéñate de mí.


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martes, 4 de mayo de 2010

HOY PENSÉ





Hoy pensé que mesaría tus cabellos

y besaría mil veces tus ojos entornados,

pensé que bailaría con mis dedos sobre

tu piel sedienta una danza lenta y suave,

que llevaría la generosidad de mis pechos

a viajar por tu ancha espalda, anclando

en su puerto secreto mis pezones,

esperando que me reclamaras un beso...

Un boca a boca... Hoy pensé en asaltar

la fortaleza de tu camisa y desarmar

lentamente esos botones que mantienes

como guardianes en alerta, que tanto

incitan al ansia mi morbo... Hoy pensé,

que por un momento te quiero...

Que no importa lo que dure este instante,

este te quiero, simplemente brota

el sentimiento y no puedo despeñarlo,

deja que caiga solo al abismo del olvido.




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lunes, 3 de mayo de 2010

EL VECINO DEL MAGREB 1 PARTE

(Las 2 partes se leen en sentido descendente)








Iba y venía, salía, entraba, Eva hacía cualquiera de sus tareas diarias, rutina que asumía resignada, esperando un aliciente que animara su simple realidad.

Era una mujer de múltiples pasiones, siempre enredada en alguna historia, amoríos, breves vivencias pseudo sentimentales, tanto que en pocos días eran olvidadas y sepultadas por las siguientes. Intentaba asumir su madurez, esa edad a la que se le atribuye la plenitud y la estabilidad pero que en ella se rompía la regla, deseaba alejarse de los hombres, hastiada, pensó que llegó el momento de mantenerse a salvo de sus garras, de los arañazos que una y otra vez le causaban, teniendo poca compensación de afectos.

Así que los días transcurrían sin grandes pretensiones, sus propios pensamientos y su imaginación le alimentaban, sus sueños, que sostenía pese a su cansancio y desencanto de la vida.

Aquel día iba a ser uno más, los días del mes pasaban tan deprisa, que los lunes de repente eran domingos y vuelta a empezar una semana sin apenas darse cuenta.

Cuando abrió la ventana para tender su colada, rozaba el mediodía, era algo que hacía varias veces en la semana, a horas más tempranas; el tendedero daba al patio abierto del edificio, su casa estaba en la última planta, era muy luminosa, se enamoró de ella por esta razón principalmente, necesitaba el sol, no habría podido vivir en una casa falta de luz solar, sus dos hogares anteriores, también eran muy luminosos.

Cogía las prendas mojadas con rapidez, mientras estaba tendiendo observó que las ventanas de en frente de la vivienda más inferior a la suya, estaban subidas, era raro, en ella vivían tres hermanos marroquíes, dos chicas y un chico, la edad que podían tener, no lo sabía, calculaba que estaban entre los veinte y treinta años. Eran muy amables y no daban problemas de convivencia, trabajaban, las chicas estaban internas en casas y venían poco, el chico, al parecer de jardinero, que no lo tenía confirmado, habitaba de continuo en la casa. Solían tener las persianas bajadas, no era extraño, de su pared a la de enfrente apenas distaban cuatro metros, estando tan juntas las ventanas, no había intimidad, aún sin querer Eva podía divisar perfectamente su salón… etc. Y no digamos los vecinos de la misma planta, que vivían debajo de ella.

En un determinado momento, muy fugaz, observó por la ventana del pasillo, que desde el baño avanzaba su joven vecino completamente desnudo, hasta asomarse a la calle, inclinándose, como si intentara ver a alguien que allí abajo no había… en los segundos que caminó hasta la ventana, ella pudo apreciar su físico sin impedimento alguno. Se veían a menudo en la escalera, coincidían en la calle, nunca encontró al joven magrebí deseable, al contrario, le parecía extremadamente delgado y no era mucho más alto que ella, vestía casi siempre chándals de colores oscuros, llevaba el cabello casi rapado, que escaseaba, su piel, era de un tono moreno muy acentuado, probablemente de trabajar al aire libre. Sus ojos sí que los notó intensos las escasas veces que cruzaron la mirada, el muchacho era de pocas palabras, le presumía tímido, era huidizo y eso le hacía desconfiar de él. No sabía ni cómo se llamaba.

No se atrevía a asegurar si su salida desprovisto de ropa de su cuarto de baño era fortuita o a sabiendas que ella podía verle perfectamente, más bien pensaba lo segundo, ya que él podía verla tendiendo la ropa sin ningún problema y no le notó azorado al advertir su presencia, no intentó en ningún momento cubrirse ni con la cortina.

Después de contemplarle en cueros, la opinión que acerca de él tenía formada, cambió… su delgadez no le pareció tan desdeñable ya que estaba fibrado, muy proporcionado, era muy velludo más que en abundancia en extensión, de un vello azabache que brillaba y parecía suave. Pudo apreciar que su morenez era total. A Eva le pareció muy sexy. Y qué decir de “Aquello” que pese a no estar erecto pudo apreciar tan claramente, muy claramente en su bajo vientre, una imagen que desde aquel día no dejaba de visualizar. Ella no se atrevió a mirar con descaro, seguramente se ruborizó mientras aparentaba que no había visto nada, como si estuviera muy concentrada en tender su ropa. Pero se quedó bastante conmocionada, había vivido una situación nada habitual ¡No pasa todos los días que contemples al vecinito desnudo mientras tiendes la colada!

Pese a que las hermanas estaban menos, había tratado más con ellas, Kalima que se defendía mejor hablando castellano era quien se ocupaba de pagar los recibos y pedir alguna cosilla que necesitarán de la comunidad. (Eva era la secretaria de su comunidad)Era muy dócil y simpática, agradecida de las ayudas que Eva les prestaba en alguna ocasión. Siempre tuvo la impresión que los chicos musulmanes evitaban tratar a las mujeres españolas, con el muchacho tenía esa sensación.

La imagen de su vecino desnudo se le aparecía mentalmente con mucha frecuencia, no podía evitarlo, sentía una extraña sensación, mezcla de deseo y excitación, de hecho desde aquella mañana estaba más pendiente de asomarse por las ventanas del patio… que antes, intentaba verle.

Antes de aquel incidente, una de las chicas le comentó que su hermano quería instalar una antena parabólica, Eva le facilitó las llaves de la trampilla del tejado pero ante la imposibilidad de hacerse con una escalera de largas dimensiones para llegar a ella, se las devolvió.

Días después de ver desnudo a su hermano, Kalima volvió a pedirle las llaves, ya habían conseguido la escalera. Así que instalaron la antena y el chico dejó el cable colgando que atravesaba el patio hasta su ventana de una manera muy chapucera y poco estética. Eva sabía que tenía que advertirle que así no se podía quedar, un par de vecinas rápidamente le instaron para que no permitiera que el cable quedara así.

Así que una mañana que había quedado con un pretendiente virtual, aprovechando que se había arreglado con más esmero, Eva llamó a la puerta de su vecino, que tardó en abrir no sin antes preguntar quién era. Mientras él abría su puerta, ella se quitaba las gafas de sol con un gesto sensual muy estudiado, vestía una camisa azul marino, muy favorecedora que resaltaba su abundante pecho, pero sin dejar ver un escote provocativo, unos vaqueros y una gabardina ligera de tono crema, era una mujer entrada en carnes, había oído decir que los moros gustaban de mujeres así, de hecho el casero su vecino, también marroquí, la había pretendido sin cortarse en un par de ocasiones, este cuarentón, como ella. Busco la mirada del chico con la mejor de sus sonrisas, le explicó que el cable tenía que ajustarlo a la pared mientras se mostraba como una cazadora tras su presa, intentando que no advirtiera que su coquetería era consciente. Él habló más que en todas las ocasiones que habían coincidido donde no hubo por ambas partes más que un simple saludo, le comentó que aún no había acabado de poner la antena, así que ella le dijo que bien, que se quedara las llaves hasta que acabara de instalarla por completo. Pero sabía que sería Kalima quien le subiría las llaves… así fue.

Vio al chico colocando el cable como debía pero pese a su interés, aún le quedó cruzado en medio de una de las ventanas de la escalera así que tendría que volver a colocarlo de nuevo. Así se lo dijo a Kalima cuando le subió las llaves.


Continuará...


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EL VECINO DEL MAGREB 2 PARTE






Sonó el timbre, abrió la puerta, era él, un agradable perfume varonil que nunca había percibido le envolvía, se miraron fijamente y Eva, totalmente despreocupada de posibles miradas ajenas le invitó a pasar, dio por hecho que se negaría pero para su sorpresa no fue así, su vecino aceptó y cerró la puerta tras entrar. Eva intentaba disimular la emoción, quiso hablar con normalidad pero no salían de su boca las palabras con la fluidez acostumbrada, le ofreció café pero el joven le pidió un vaso de agua, allí estaban de pie, desconocía la razón de su visita y él no hablaba, se sentía estúpida comentando el tiempo, mientras él simplemente la contemplaba esbozando una tímida sonrisa.

Desde que le viera desnudo, había deseado, soñado, imaginado un momento así, tenerle a solas en su casa… sin prisas, ahora le tenía allí y no sabía cómo reaccionar. Pero Eva era una mujer de iniciativa, experimentada, directa, odiaba perder el tiempo en rodeos así que se acercó al chico y rozó suavemente una de sus ojeras, sin darle tiempo a reaccionar le besó con la pasión que tenía guardada especialmente para él, que seguía casi estático, si no fuera por su agitada respiración, se diría que era insensible a sus besos. Cuando Eva se iba a separar contrariada por su inacción, la apretó contra él agarrándola los generosos glúteos, apretándola contra su cuerpo, en ese gesto ella se dio cuenta de hasta qué punto estaba excitado al notar una apreciable dureza que presionaba su entrepierna.

Siempre deseó sentir la dominancia sexual de la que había oído hablar, atribuida a los hombres moros, había oído comentarios sobre su manera de poseer a una mujer, sin saber exactamente como era. Le guió hasta su dormitorio, dejó que se tumbara sobre ella, su delgadez encajaba perfectamente entre sus muslos, ambos estaban vestidos, él apartaba su camiseta intentando alcanzar sus pechos sin estorbos pero era imposible, le frenó y se incorporó para deshacerse de ella y el sujetador, a su vez sacó de un cajón de su mesita un condón y se lo ofreció esperando que… no fuera pequeño, en vista del tamaño de su pene. Apenas lo hubo hecho él intentó abarcar sus redondeces, tiró con cierta delicadeza de sus pezones retorciéndolos con sus morenos dedos, ahora era ella quien permanecía sumisa, dejándole hacer lo que quisiera. Se echó hacia atrás y desabrochó su pantalón mientras ella hacía lo propio con el suyo, ambos se liberaron y sólo quedaba que él se quitara su camiseta deportiva azul eléctrico, así se lo indicó con gestos y él se desprendió de ella tirándola al suelo. Se deleitó contemplándole, su delgadez era atractiva, no aparecían los huesos marcados, se echó de nuevo sobre ella, sintiendo que sus cuerpos ardían, marcando el contraste de su piel morena con su piel blanca, sentía suave su vello recorrerla con los roces, estaba ansiosa por sentirse poseída pero él era al contrario de lo que había aventurado, un hombre con experiencia en las artes amatorias e intentaba alargar sus ganas a la vez que le proporcionaba caricias y largos besos llenos de intensidad.

Cuando pensó que iba por fin a penetrarla, apreció que era su mano aquello que se abría paso en su húmedo sexo, los dedos delgados y hábiles jugaban con su clítoris y la entrada de su vagina, masajeando el orificio de su uretra, algo que nunca le habían hecho, se fue… se fue rápido cuando en ella no era lo habitual, supuso que estaba excitadísima por los precedentes… aquella visión.

Cuando dejó de retorcerse con los espasmos, saltó de la cama y se fue al baño, volvió rápida aun con el rostro trasmudado por el orgasmo, traía consigo un pequeño cepillo con mango. El chico mantenía su erección y quiso obsequiarle con una trabajada felación, sabía que le estaba proporcionando mucho placer pero pese a ello, él se mantenía discreto en cuanto a manifestar con gemidos o gestos su disfrute y aguantaba sin eyacular.

Así que no pudo más, le indicó que se sentara en el borde de la cama y después se tumbara hacía atrás quedando sus piernas apoyadas en el suelo, así se ensartó sobre aquel pene grueso y largo que no parecía estar en consonancia con el cuerpo de su dueño, sentada, con su sexo lleno le cabalgó con movimientos lentos y pausados, sintiendo intensamente el roce interno del pene con las paredes de su vagina, tocó su hendidura y advirtiendo tanta humedad, asió el pequeño cepillo por el mango y con las cerdas, masajeó con movimientos ascendentes y descendentes su vulva y su clítoris a la vez que empezó a moverse con más rapidez sobre el chico. Y se fue una vez más, otra más… otra más, con escasos minutos de diferencia entre los tres orgasmos, con el ultimo, sintió que su joven amante eyaculaba con unas tremendas embestidas agarrándola fuertemente por la cintura, apretándola contra él, pudiendo notar así una penetración profunda y hasta dolorosa.

Se dejó caer al final de la cama, hecha un ovillo, sudorosa, de golpe sintió rubor y vergüenza, al pensar… ¿Y ahora qué? Abrió sus ojos sin desearlo, intentando alargar los momentos vividos con aquel chico del Magreb, no quería enfrentarse al después… pero su mirada se encontró frente al techo del dormitorio, la luz del amanecer empezaba a invadir la estancia y… estaba sola. Todo lo sentido, no era más que realidad en su sueño. Sintió tal desazón y desconsuelo que lloró, lloró mientras al llevar sus manos a su sexo, notó que estaba completamente empapado e hinchado de deseo. Se durmió, así, sintiendo rabia.

Se levantó como una autómata, preparó a sus hijos el desayuno… se marcharon al colegio y la casa se le antojó asfixiante, antes de que se dispusiera a salir a hacer sus habituales recados, miró por su ventana hacia las de su vecino, estaban las persianas bajadas, él solía irse bien temprano a trabajar. Antes de llegar a coger su chaqueta del armario, sonó el timbre de su puerta; el corazón se le salía del pecho, abrió la puerta… y esbozando una amplia sonrisa dijo: _ Pasa de nuevo…_




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domingo, 2 de mayo de 2010

TORRENTES DE CAUCES VACÍOS




Entre tanto efímero viajero,
torrentes de cauces vacíos que
llegan por lo más abrupto
a mi estanque apartado y seco...
¿Llegará algún día alguien con
agua fresca y abundante
que clarifique el fondo oscuro,
cubierto de añejos espectros,
que arrastre las penas y mi dolor?

Esperaré, cuando todo se pierde
en el horizonte aún pervive la esperanza.
me alcanzará un pequeño dios,
envestido de ser humano pero grandioso,
que el azar llevará a mi camino,
enganche inevitable a sus palabras,
seguro que ante su canto, sucumbiré.



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ME AHOGA TU RECUERDO



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Me ahoga tu recuerdo,

ahora que no estás, las horas

pasan lentas y desnudas,

siento el eco de tus palabras atravesar

como una lanza cálida mi mente,

estremeces mis pensamientos,

todo cuanto me guiaba se desmorona,

aquello que creí casi pierde su sentido,

siento caduca mi manera de vivir.





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