Y en contra de lo previsible, aquí permaneces y aquí me
mantengo, cuando inicié mi acercamiento, sin embargo pensé echar a correr,
pero no pude hacerlo, sofoqué mi gran impulso y aguanté porque instintivamente
sabía que detrás de la fachada de prepotente incisivo (así te percibía con
frecuencia) había una mente fecunda y sensata que me beneficiaría mucho. Y en tan
poco contacto me has aportado mucho más que otros en estrecho trato. Con la
dosis exacta y constante has llenado mis vacíos culturales y quiero creer que
yo alguna de tus grietas emocionales, como una pequeña llama que prende tímida
en el corazón de un inmenso iceberg que se mueve en mares de certezas y dudas,
de una constante inconformidad, eso es
algo de lo que nos une, créeme, ambos somos tan diferentes como inconformistas.
No puede haber más acercamiento, todo se derrumbaría, todo
perdería sentido y se haría una locura inaguantable, insoportable, no podríamos
mantener la cortesía o sí, pero la frialdad alzaría una pared insalvable que
sin embargo aquí... no existe.
Así, de vez en cuando nos cruzamos, tú menos prolijo, yo
excesiva, pero atenta a todo lo que aquí viertes, de entre tantos y tantas, en
alerta por lo tuyo que no por ti, unas veces no me llegas y otras veces de
manera intensa me traspasas, y pones en marcha mi maquinaria de análisis, tal
vez al inversa suceda lo mismo.
Alguna vez me pregunto qué resultado habría del cruce de mi
voz con tu mortal sonrisa, tímido sonrojo o pasión desatada, estamos
llenos de esta emoción, la llevo a gala mientras tú la encierras, pero en ambos es
de una fuerza arrolladora cuando no hay bridas por medio.
Y mantenemos una invisible lucha y un cálido encuentro,
entre palabras y música se fragua esta historia sin principio ni final donde
sólo vive el recorrido de ambos en este virtual mundo de pantalla y teclas.