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Blandiendo espadas de apariencia,
cortando el aire de la estancia con
palabras sin sentido, desconociendo
el trasfondo real del pensamiento mutuo,
pasamos la tarde mirándonos,
perdiendo sin propósito el tiempo.
Observo tu boca, definida por tu cuidada
barba, alcanzas mis ojos, encerrados
en el paisaje marrón oscuro que heredé.
Te escucho y no te entiendo, pero lo intento;
hago el mismo juego con mis palabras,
las vacío de contenido, pesado tedio...
Acabo pensando que no sé nada.
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